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domingo, 9 de enero de 2011

caminan rápido podría aumentar años de vida


Expertos afirman que la velocidad podría ser un indicador del estado de salud de una persona


Medir la rapidez con la que camina una persona mayor podría proporcionar alguna una idea de la cantidad de años que le quedan por vivir.
De hecho, un nuevo análisis encontró que una fórmula que incluye el modo de andar predice la esperanza de vida de una persona mayor al igual que tomar en cuenta afecciones de salud como la presión arterial y la enfermedad cardiaca.
La velocidad al caminar quizá no sea una medida perfecta para determinar la vida futura de una persona, pero los hallazgos muestran que existe evidencia que respaldan la creencia común de que las personas mayores no caminan con facilidad cuando su salud es mala, apuntó la autora del estudio Dra. Stephanie Anne Studenski, especialista en geriatría de la Universidad de Pittsburgh.
"De algún modo, la capacidad de movimiento es un reflejo poderoso de la salud, vitalidad y esperanza de vida de los adultos mayores", apuntó Studenski.
Parece obvio, apuntó, que la forma en que las personas se mueven, o no se mueven, se relaciona directamente con su salud.
"Siempre hemos tomado en cuenta de forma implícita factores como la capacidad de movimiento y el vigor del movimiento para tener una idea del estado de una persona a medida que envejece", señaló. "El tío Joe camina a paso vivo". "Me preocupa la abuela, parece que camina más lento".
Pero la pregunta es: ¿Puede la investigación demostrar esta hipótesis?
En el nuevo informe, que aparece en la edición del 5 de enero de Journal of the American Medical Association, Studenski y sus colegas combinaron y analizaron los resultados de nueve estudios en el que participaron 34,485 personas de 65 años o más. Los estudios, que tuvieron lugar entre 1986 y 2000, midieron la rapidez con la que caminaban las personas, entre otras cosas, y luego le dieron seguimiento durante 21 años para ver lo que pasaba con ellos.
Los investigadores encontraron que la velocidad al caminar se relacionaba directamente con la supervivencia: Las personas que caminaban más rápido tendían a vivir más tiempo y lo contrario también era cierto. Las predicciones que se basaban en el género, el sexo y la velocidad de la marcha eran tan precisas como los que tomaban en cuenta si una persona tenía afecciones médicas, presión arterial alta y problemas como la obesidad.
Entonces, ¿los que caminan de forma más lenta están condenados a una muerte temprana? Claro que no, apuntó Studenski. "Es evidente que hay un grupo de personas que caminan más lento y viven mucho tiempo", apuntó. "Esto no es una sentencia de muerte".
Por otra parte, tampoco hay pruebas de que puede vivir más tiempo si aumenta la velocidad con la que camina, destacó.
Aún así, una marcha lenta puede ser una señal de advertencia. Una velocidad al caminar de 4 kilómetros por hora (2.5 millas/hora) es muy buena, señaló, mientras que caminar a 2.6 kilómetros por hora (1.6 millas por hora) podría indicar problemas médicos.
No es necesario caminar largas distancias. Es posible medir el modo de andar de una persona si se toma el tiempo que le lleva caminar unos pocos metros, agregó.
El Dr. Matteo Cesari, especialista en geriatría de Roma, apuntó en un comentario en la publicación que el informe encontró que la capacidad de determinar la esperanza de vida en función de la velocidad con la que se camina es "estadísticamente aceptable". Sin embargo, Cesari, apuntó, que los resultados son importantes porque proporcionan a los médicos una herramienta de medición.
"Desde luego, los médicos tienen una idea bastante buena de sus pacientes con solo mirarlos, pero esta evaluación sigue siendo subjetiva y no se basa en una evaluación estandarizada", apuntó Cesari. "De hecho, la forma en que un médico evalúa el estado de salud general de sus pacientes podría no ser la misma que utilizan los demás. Al emplear la velocidad al caminar según las normas propuestas por este estudio, los médicos serán capaces de llegar a la misma conclusión sobre el estado general de salud de un paciente".

miércoles, 5 de enero de 2011

La obesidad afecta aun a los niños más pequeños, en los EE. UU



Los niños estadounidenses se vuelven obesos, o casi, a edades cada vez más tempranas. Investigadores hallan que cerca de la quinta parte de ellos se pueden clasificar como tales para los nueve meses de edad.
 Sin embargo, la investigación tiene sus salvedades. No se estudió a los bebés recientemente: Nacieron hace cerca de una década. Además no está clara la manera como el exceso de peso de los bebés podría afectar su salud más tarde en su vida. El estudio no halló garantía de que un bebé que tenga exceso de peso a los nueve meses seguirá siendo gordinflón para su segundo cumpleaños.

Aún así, el estudio, publicado en la edición de enero y febrero de la American Journal of Health Promotion presenta una imagen de bebés y niños pequeños con exceso de peso.
Los hallazgos también sugieren que cambios pequeños en la dieta de los bebés pueden marcar una gran diferencia, aseguró la Dra. Wendy Slusser, directora médica del programa de peso infantil del Hospital Infantil Mattel de la Universidad de California en Los Ángeles. Por ejemplo, señaló, "si usted no le da jugo sino frutas a su hijo, recibe 150 calorías menos al día lo que podría marcar una gran diferencia en el aumento de peso a largo plazo".
Los investigadores examinaron datos federales acerca de 16,400 niños de los EE: UU. nacidos en 2001. Luego de ajustar las estadísticas para no obtener datos errados por factores como cantidades elevadas de ciertos tipos de niños, los autores hallaron que el 17 por ciento de los que tenían nueve meses eran obesos y el 15 por ciento estaba en riesgo de obesidad, para un total de 32 por ciento.
Los investigadores hallaron que a los dos años, el 21 por ciento era obeso y el 14 por ciento estaba en riesgo de serlo.
"Parece que las tendencias apuntan a niños más pesados" con el tiempo, aseguró el autor del estudio, Brian G. Moss, miembro adjunto del profesorado de la Facultad de trabajo social de la Universidad Estatal de Wayne. Y su aumento de peso, dijo, va más allá de lo que podría esperarse con el crecimiento de los jovencitos.
Los hispanos y los niños pobres en general están en mayor riesgo, según halló el estudio, mientras que las niñas y los isleños del Pacífico tuvieron el riesgo más bajo.
Pero, ¿a qué se debe que los niños pequeños aumenten tanto de peso y lo sigan haciendo, en general, con el tiempo? El estudio no examinó las razones. Moss aseguró que estos cambios podrían tener algo que ver con cambios en sus vidas, como entrar a la guardería o comenzar a consumir alimentos regulares, aunque las causas precisas no están claras.
Sin embargo, la investigación sugiere que los bebés no están condenados al sobrepeso cuando aumentan algunos kilos, aseguró Slusser, director médico del hospital infantil. "Hay fluidez", dijo, "mucho movimiento en ambas direcciones dentro y fuera de estas categorías".
Entonces, ¿que le recomienda a los que tienen un bebé o uno en camino? "Realmente necesita reflexionar acerca de los hábitos que tiene con su hijo", aseguró Slusser. Por ejemplo, asegúrese de que el bebé consuma sus comidas y refrigerios a horas regulares, y que duerma bien y haga siestas, dijo. Elija además una guardería que ofrezca alimentos y oportunidades saludables para moverse.
Además, la lactancia, apuntó, es ideal, especialmente durante los primeros seis meses, cuando los especialistas recomiendan que la leche materna debería ser la fuente exclusiva de alimentación para los bebés.

sábado, 1 de enero de 2011

El aceite de pescado no acelera el adelgazamiento

El equipo de la doctora Laura F. DeFina, del Instituto Cooper en Dallas, halló en un grupo de adultos con sobrepeso y obesidad que hacían dieta y ejercicio, que los usuarios de ácidos grasos omega 3 no adelgazaban más que la cohorte tratada con placebo.
Al azar, el equipo le indicó a 128 hombres y mujeres sedentarios con sobrepeso u obesidad tomar cinco cápsulas de aceite de pescado (para aportarles 3 g de ácidos omega 3) o cinco cápsulas de placebo por día durante 24 semanas.
Los participantes debían hacer 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico y 20 a 30 minutos de ejercicios de resistencia por lo menos dos veces por semana.
Al final del estudio, el grupo tratado con omega 3 había adelgazado 5,2 kg, comparado con 5,8 kg en el grupo tratado con placebo. Ambas cohortes adelgazaron más del 5 por ciento de su peso corporal.
No hubo diferencia entre los grupos en cuanto a los factores de riesgo cardíaco, como la presión o el colesterol.
Los niveles de omega 3 en sangre en el grupo tratado con aceite de pescado crecieron a un nivel considerado "protector cardiovascular".
No todos los participantes finalizaron las 24 semanas del programa; sólo lo completaron 81 participantes, pero los resultados fueron similares cuando el equipo se concentró en esos finalistas.
"Mientras que el uso de suplementos con ese nivel de ácidos grasos omega 3 no reforzó el adelgazamiento, hay que destacar el efecto protector cardiovascular dado el aumento de la concentración de ácidos grasos en sangre", escribió el equipo.

 
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